Lo tenía todo preparado, el vestido perfecto para la noche perfecta... el gran día, la gran fiesta y por supuesto unos zapatos espectaculares que brillaban con luz propia daban el toque final a mi gran apuesta de la noche.
A la orilla del mar, con una luna impresionante, el ruido incesante del oleaje y con la mejor de las compañías se celebró la fiesta que daba inicio al verano, y que curiosamente, coincidia con mi cumpleaños... que más se podía perdir....
Pero misteriosamente, cuando volvía para casa perdí uno de los zapatos
Era un AREDHEL Negro/Plata – Talla 40.
Todavía no me lo creo, y espero a que algún principe azul llame al timbre con el.
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